Tres semanas

Carlos García Hernández

CEO-Lola Books (www.lolabooks.eu)

 

                    “Cuando se ve la eternidad en cosas efímeras y el infinito en cosas finitas, entonces se posee un conocimiento puro” (Bhagavad Gita)



En la atmósfera de la amplia sala de reuniones se respiraba el nerviosismo. El presidente de la asociación de vecinos, franqueado por grandes cajas de cartón a ambos lados de su asiento en la tarima, fruncía el ceño mientras releía sus folios y uno de los vecinos se esforzaba por conseguir que el proyector funcionara. En la sala de paredes y columnas blancas se habían congregado los vecinos de más edad, los más jóvenes solían seguir estas reuniones por vía telemática.

Por fin todo parecía funcionar, se hizo el silencio y el presidente tomó la palabra.

“Queridos vecinos, aquí tengo la circular que nos ha hecho llegar la delegación de gobierno. El planeta entero se enfrenta a una terrible pandemia llamada COVID-19. Se trata de una infección de las vías respiratorias potencialmente letal, sobre todo entre la población más vulnerable, ancianos y personas con patologías crónicas. Por desgracia, de aquí a unos meses las víctimas mortales serán millones en todo el planeta. Por tanto, el gobierno ha tomado medidas extraordinarias que entrarán en vigor a las 0 horas de esta noche.

A partir de hoy es obligatorio el uso de mascarillas FFP2, guantes de látex de un solo uso si se sale a la calle y la desinfección regular de las manos mediante geles hidroalcohólicos”.

En ese momento hizo una pausa, se levantó y abrió una de las cajas. De ella sacó un paquete de mascarillas, un paquete de guantes y un frasco de desinfectante. Después volvió a tomar la palabra.

“Todo el mundo recibirá gratuitamente tres mascarillas, un paquete de guantes y 300 mililitros de gel fabricados por la Empresa Pública del Medicamento. Además, se declara el toque de queda total durante las próximas tres semanas. Solo se verán exentos de este toque de queda el personal sanitario, las fuerzas de seguridad del Estado y los trabajadores encargados del suministro de alimentos.

Todas las empresas que puedan, deberán seguir realizando sus actividades de forma telemática. El resto de empresas deberá cerrar durante las próximas tres semanas de manera total. A los trabajadores y empresarios afectados por los cierres se les hace saber que:

1.       Seguirán recibiendo su salario completo hasta un máximo de 8000 laborables a cargo del Banco de España.

2.       No se podrá despedir a ningún trabajador durante el confinamiento.

3.       Ninguna familia podrá ser desahuciada mientras dure el estado de alarma.

4.       Los empresarios afectados por el cierre de actividades quedan exentos del pago de todos los impuestos y tasas derivados de sus actividades empresariales.

Queda prohibido abandonar el país. Asimismo, toda persona que entre en territorio nacional deberá someterse a un test PCR y respetar las mismas normas de confinamiento que los ciudadanos nacionales.

Las compras de alimentos deberán realizarse online y serán entregadas a domicilio una vez por semana. Todos los ciudadanos recibirán por correo una carta del ministerio de consumo explicando el procedimiento establecido para realizar los pedidos y para recibir ayuda en caso de no tener acceso a internet.

Cualquier infracción de estas reglas tendrá consecuencias penales. Se ruega a todos los ciudadanos que respeten las normas durante las próximas tres semanas con objeto de poder recuperar la normalidad lo antes posible”.

A continuación, se realizó el reparto del material sanitario anunciado. Fueron horas frenéticas. Por fin, a las 0 h llegó la calma.

Fueron tres semanas de televisión, de reuniones telemáticas y de disciplina colectiva. Gracias a la coordinación entre el gobierno, el Banco de España, El Tesoro y la banca pública no hubo desahucios, ni despidos, ni cierres de empresas. La plena soberanía monetaria y política permitió llevar a cabo todo el gasto público necesario en moneda nacional para evitar la catástrofe humanitaria que se estaba produciendo en Portugal y en el resto de países de la Unión Europea. Por fin, el 20 de marzo de 2020 la Unión Europea suspendió los límites de déficit público para sus países miembro y poco después el Banco Central Europeo anunció un plan de compra de títulos de deuda pública, pero siempre en el mercado secundario. Al no contar con empresas biosanitarias públicas, los países de la Unión Europea dependían de las empresas privadas para acceder al material sanitario. Sin embargo, la mayoría de dichas empresas eran empresas alemanas y el 4 de mazo Alemania prohibió la exportación de mascarillas y de material sanitario. Solo Alemania y los países del norte y del centro de Europa tuvieron acceso a mascarillas, geles y guantes en cantidad suficiente como para atender a toda su población. Portugal, Irlanda, Italia y Grecia, los conocidos en la Unión Europea como países PIIG, quedaron desabastecidos. Solo recibieron ayuda de países de fuera de la UE como China y España. Los muertos en la periferia de la UE se contaban por millones. Los hospitales se vieron desbordados, los niveles de desempleo y de pobreza se dispararon. La desesperación hizo que los confinamientos y las medidas de seguridad no se cumplieran. Los trabajadores que conservaban el trabajo se amontonaban en transportes públicos abarrotados que se convertían en focos permanentes de infección, los desahucios se sucedían, los ancianos y las personas vulnerables caían como moscas, pero los gobiernos no se atrevían a hacer las inversiones necesarias para detener la pandemia ante el miedo de tener que volver a imponer medidas de austeridad extremas una vez superada la crisis sanitaria.

Tras tres semanas de confinamiento total, el número de infectados en España fue de cero. Toda la actividad económica volvió a la normalidad. Solo se mantuvieron los controles PCR obligatorios a todas las personas que entraban en el país. Un año después se produjo por fin la gran noticia que todos esperaban: la Empresa Pública del Medicamento anunció la patente de una vacuna española contra el COVID. Los años de fuertes inversiones y de fuerte presencia pública en el sector biosanitario dieron sus frutos cuando más se los necesitaba. Pocos meses después, la campaña de vacunación consiguió dar por terminada la pandemia dentro del país. A nadie se le ocurrió decir estupideces como que el déficit y la deuda pública ponían en riesgo la solvencia de un país monetariamente soberano, nadie comparó las finanzas públicas con las economías familiares, no se oyó hablar de mitos inexistentes como las arcas públicas o las huchas de gasto público, a nadie se le ocurrió pensar que el gasto público llevado a cabo para superar la crisis sanitaria había sido producto de la recaudación de impuestos. Todas estas falsedades quedaron desterradas y España, como la poesía, volvió a ser un arma cargada de futuro.

Euro delendus est.